Un joven de 22 años fue declarado culpable en un caso histórico para el estado de Quintana Roo, marcando la primera condena por violencia digital en la entidad.

Redacción/Hechos del Caribe.

José María Morelos, Quintana Roo.-El acusado, Eduardo Augusto, originario de Yucatán, podría enfrentar hasta 12 años de prisión por la difusión no consentida de contenido íntimo de su pareja. Este caso se originó el 28 de septiembre de 2020, cuando Eduardo compartió un video íntimo de su entonces pareja sentimental sin su autorización. La difusión del contenido no solo ocurrió en una ocasión, sino en tres momentos diferentes, lo que agravó la situación.

A lo largo de 2021, la situación empeoró cuando el joven envió el material íntimo a un amigo vía WhatsApp, extendiendo el daño hacia círculos más amplios. Para febrero de 2022, el video llegó a ser compartido en múltiples dispositivos electrónicos y, finalmente, fue publicado en una página de Facebook, exponiendo a la víctima de manera masiva.

El juez a cargo del caso enfatizó que la víctima, una joven estudiante de origen maya, sufrió un impacto aún más severo debido a su identidad, género y clase social, elementos que, combinados con su contexto cultural y comunitario, agudizaron la gravedad del delito. Estas consideraciones podrían influir en que el juez aplique la pena máxima permitida para este tipo de delito.

El fiscal general del estado, Raciel López Salazar, señaló que la sentencia definitiva será dada a conocer el día de mañana, y que este caso es un avance significativo en la lucha contra la violencia digital en Quintana Roo. Además, recalcó que el fallo sienta un precedente clave en la protección de los derechos de las víctimas, subrayando la importancia de la justicia en casos de violencia digital. La condena a Eduardo Augusto no solo busca castigar el delito, sino también enviar un mensaje claro sobre las repercusiones legales que tendrá este tipo de conductas en el futuro, dentro de un marco jurídico cada vez más enfocado en la protección de la privacidad y la dignidad de las personas

.Este juicio también refleja una creciente conciencia social sobre los efectos devastadores que tiene la difusión de contenido íntimo sin consentimiento, especialmente en comunidades vulnerables, donde las repercusiones pueden ser más profundas y duraderas.