El reciente conflicto dentro del Sindicato Único de Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado (Sutage) no es un hecho aislado, sino un reflejo de una problemática estructural que atraviesa al sindicalismo en Quintana Roo, la lucha por el control del poder dentro de las organizaciones gremiales. En el caso del Sindicato Unico de Trabajadores del Gobierno del Estado de Quintana Roo (SUTAGE), el protagonismo de Roberto Poot Vázquez, quien ha permanecido como secretario general desde 2009, evidencia la resistencia de algunos líderes sindicales a abandonar sus posiciones de privilegio, perpetuando prácticas antidemocráticas en detrimento de los intereses de sus agremiados.
El punto central del conflicto actual radica en la negativa de Poot Vázquez a convocar elecciones para su sucesión, contraviniendo los estatutos internos del sindicato. Este acto no solo representa una violación de las normas sindicales, sino que también revela la falta de voluntad para abrir espacios a nuevas representaciones que puedan responder de manera más eficaz a las necesidades y demandas de los trabajadores. La postergación de la convocatoria electoral es vista por muchos como una estrategia de dilación, diseñada para prolongar indefinidamente su liderazgo.
La modificación de los estatutos del Sindicato Unico de Trabajadores del Gobierno del Estado de Quintana Roo (Sutage), que Poot Vázquez promovió en un evento el pasado 5 de agosto, sugiere un claro intento de blindar su posición. Este tipo de maniobras, aunque no son nuevas en la historia de esté nefasto y repudiado líder, reflejan un profundo deterioro de los principios democráticos dentro de estas organizaciones. A menudo, los líderes sindicales recurren a prácticas clientelistas y a la manipulación de los procesos internos para mantenerse en el poder, debilitando con ello la legitimidad de sus gestiones.
Este escenario ha generado descontento entre los trabajadores sindicalizados, particularmente en regiones como Felipe Carrillo Puerto, donde las primeras protestas han comenzado a manifestarse. El reclamo es claro: la exigencia de elecciones transparentes que respeten la voluntad de los agremiados y pongan fin a una gestión que ha sido señalada por su opacidad y presunta corrupción. Las acusaciones de venta de plazas y malversación de cuotas sindicales son algunos de los puntos que han erosionado la confianza en el liderazgo de Poot Vázquez.
El conflicto en el Sutage no solo pone en evidencia las tensiones internas dentro del sindicato, sino que también arroja luz sobre una problemática mayor: la cooptación de los sindicatos por intereses ajenos a los trabajadores, ya sea por parte de los propios líderes sindicales o por influencia externa. La prolongada permanencia de Poot Vázquez en la dirigencia, según voces de los agremiados, ya no se tolerará.
En un contexto más amplio, este tipo de conflictos sindicales plantea preguntas sobre el estado actual de la democracia sindical. Si bien las reformas laborales de 2019 buscaron fortalecer los mecanismos democráticos dentro de los sindicatos, los casos como el del Sutage revelan que la implementación de estos cambios enfrenta resistencias significativas. Los liderazgos perpetuos, las modificaciones estatutarias a modo y la falta de rendición de cuentas son obstáculos que impiden la plena democratización del sindicalismo en Quintana Roo.
El conflicto por la dirigencia del SUTAGE no es solo una disputa por el control de un sindicato estatal, sino un microcosmos de las luchas más amplias por la democratización sindical en México. Mientras los líderes sindicales continúen privilegiando sus intereses personales sobre los de los trabajadores, los conflictos internos seguirán siendo la norma, perpetuando un sistema que favorece a unos pocos en detrimento de la mayoría. Para los agremiados del Sutage, la demanda de un cambio en la dirigencia es también una demanda de justicia, transparencia y democracia.
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