Reforma al artículo 28 de la Ley de Entidades de la Administración Pública Paraestatal, eliminó el requisito de ser ciudadano quintanarroense para ocupar el cargo de Director General en organismos descentralizados

Redacción/HechosdelCaribe

El análisis de la Sesión Número 11 del Primer Periodo de Sesiones Ordinarias de la XVIII Legislatura del Estado de Quintana Roo revela tensiones clave en torno a la administración pública y las políticas relacionadas con el turismo. Uno de los puntos más debatidos fue la reforma al artículo 28 de la Ley de Entidades de la Administración Pública Paraestatal, que eliminó el requisito de ser ciudadano quintanarroense para ocupar el cargo de Director General en organismos descentralizados. Este cambio, que en teoría busca ampliar el acceso a talentos a nivel nacional, ha sido recibido con posturas opuestas.

Por un lado, la medida es vista por algunos como una oportunidad para mejorar la eficiencia de la administración pública, al permitir que personas de fuera del estado, pero con mayor experiencia o habilidades, puedan ocupar estos cargos clave. Esta visión favorece una administración más técnica y especializada, sin estar limitada por cuestiones geográficas. La reforma parece alinearse con una tendencia hacia la modernización y optimización de los organismos descentralizados, como el Instituto de Movilidad, que ya ha estado implementando cambios para mejorar su funcionamiento.

Sin embargo, las críticas, representadas principalmente por el diputado José Luis Pech Várguez, señalan una preocupación legítima sobre el impacto que esta decisión podría tener en las oportunidades laborales para los ciudadanos locales. El argumento subyacente sugiere que al abrir estos cargos a personas de otros estados, se podrían desplazar a quintanarroenses que buscan acceder a puestos de liderazgo en su propio territorio. Esta postura toca una fibra sensible en la política local: la protección de la identidad y el bienestar de la población quintanarroense en un entorno donde la migración interna del país es común, sobre todo en estados con fuerte atractivo turístico como Quintana Roo.

En el contexto del turismo, la aprobación del exhorto para restablecer el visado digital para ciudadanos brasileños refuerza el interés del estado en reactivar uno de sus pilares económicos. La crisis turística generada por la pandemia ha dejado lecciones sobre la dependencia de mercados internacionales, y la medida apunta a retomar relaciones que favorezcan la llegada de turistas, en este caso, de Brasil, un mercado de creciente importancia.

Este conjunto de reformas plantea una dualidad en la política local: la búsqueda de mayor eficiencia y modernización frente a la necesidad de preservar la identidad local y garantizar el acceso a oportunidades para los quintanarroenses. Estas tensiones seguirán marcando el debate político, especialmente en un estado donde la población local coexiste con una creciente presencia de residentes de otras partes del país. La pregunta de fondo que emerge de estos cambios es hasta qué punto puede equilibrarse la inclusión de talento externo con la protección de los intereses locales.

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